"Bienaventurado el varón que no
anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se
ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová
está su delicia,
Y en su ley medita de día y de
noche.
Será como árbol plantado junto
a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará."
Salmo 1:1-3
(RVR 1960)
¿QUÉ ES LA MEDITACIÓN BÍBLICA?
La meditación bíblica se trata de conocer al Dios vivo y tener una relación personal con él. Esto se logra escuchando su voz a través de las Escrituras y respondiéndole en oración y obediencia en nuestras vidas.
Por medio del desarrollo de esta comunión con el Creador, su palabra llenará más y más nuestra mente y corazón. De esta manera viviremos bajo su señorío glorificando al Señor.
No debemos confundir la meditación bíblica con los conceptos de "meditación" que se utilizan en el ámbito secular o en otras creencias religiosas donde “meditar” se trata de un entrenamiento en la repetición de oraciones o frases hasta vaciar su ser y experimentar cierto misticismo o éxtasis.
Como el salmista desarrolla, meditar requiere amar profundamente las Escrituras. Así, naturalmente uno recordará a Dios y a su voz en todo momento, llevando a la acción concreta. De esta manera se alcanzará la prosperidad, es decir, ser una persona bienaventurada que obedece y glorifica a Dios.
De lo contrario, si no practicamos la meditación bíblica, seremos un árbol que se seca y se muere. Solo el oír la voz de Dios y conocerle personalmente nos transformará a la imagen de Jesucristo, quien perfectamente cumplió una vida bienaventurada.